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lunes, 26 de diciembre de 2011

La Ermita de San Antonio Abad





De Trigueros web.net rescatamos este artículo que recoge la historia de la Capilla del Santo, a través de los distintos documentos de los que hay constancia. Por su interés y por formar parte de la historia de historia de Trigueros, vinculada a San Antonio Abad, lo incorporamos a este Blog. Lo Acompañamos con imágenes que aparecen en la misma Web.


A finales de la década de los setenta nació la idea, entre varios triguereños, de construir una nueva capilla, que fuera más digna que la que poseía el Santo. El proyecto fue dado a conocer a todos los triguereños en la Revista del Santo de 1980, en la que apareció un artículo de Domingo Prieto García, en el que planteaba las opciones de reformar la existente o edificarla totalmente nueva y ponía la decisión en manos de todo el pueblo “(… se decida y se haga entre todo el pueblo.), (… que esto es de todo el pueblo y cada uno tiene que participar en proporción a su voluntad y a sus posibilidades.)”, dado “…lo especial y delicado que resulta todo lo que se relaciona con S. Antonio Abad.”, decía el articulista.

Para emprender tal empresa, se contaba con 1.100.000 ptas. recaudadas por el cepillo, durante años anteriores y para llevar a cabo el proyecto, se crea la Comisión para la Capilla, nombrándose como presidente a don Dionisio Fernández Minchón y como presidentes honorarios al Sr. Alcalde y el Sr. Cura Párroco.

Bajo la dirección técnica del arquitecto onubense, don Ricardo Anadón Frutos, concluyeron, en diciembre del año 1980 las obras de la actual ermita del Señor San Antonio Abad, patrón de Trigueros. Esta nueva ermita, inaugurada el 1 de enero de 1981, sustituyó a otra anterior levantada en el mismo solar de la antigua calle Audiencia, hoy Fernando Belmonte.

Pero ¿Qué referencias histórico-artísticas se poseen sobre la existencia de la ermita de San Antonio Abad y estado da conservación en siglos pasados? Los datos más abundantes obtenidos corresponden a los siglos XVII y XVIII. En aquellas fechas la ermita formaba parte de una institución hospitalaria dedicada al cuidado y curación de los pobres.

Los servicios médico-sanitarios, como es sabido, fueron monopolio de la Iglesia desde la Edad Media hasta el siglo XIX. Para atender esta labor de beneficencia los hospitales se dotaban con rentas adecuadas; procedentes de censos y tributos.

Los edificios destinados a tal fin, por lo general situados intramuros de las villas y ciudades, debían reunir un mínimo de condiciones higiénicas. Razón por la que, adosado a las ermitas o capillas, se construía el sector hospitalario, integrado por patios, salas de enfermería; con separación de sexos, y otras dependencias auxiliares (cocinas, roperos, lavanderías, habitaciones del casero, etc.). Al frente de la administración de estos centros se encontraba un mayordomo, nombrado por la autoridad eclesiástica competente. Era el máximo responsable de su buen funcionamiento. Controlaba los gastos e ingresos. Vigilaba el cumplimiento del trabajo efectuado por el personal sanitario (médico, boticario, sangradores, etc.) e inspeccionaba la disciplina interna del establecimiento.

En 1697, gracias al informe de la visita canónica de aquel año, sabemos que el hospital de San Antonio Abad de Trigueros tenía incorporado otros dos más de la población; el de Santa Brígida y el de San Blas. Esta fusión fue motivada por razones económicas. La unificación de las rentas de todos ellos, lógicamente, supuso una mejor dotación del instituto y asistencia de los enfermos. Ya en el siglo XVIII, en 1711, los ingresos ascendieron a «setenta y tres novenos de tributos y siete mil doscientos maravedís». Y en 1721 el valor de la renta era de 100 fanegas de trigo y 300 reales de maravedíes.

El hospital de San Antonio Abad de Trigueros se componía, desde el punto de vista arquitectónico, de dos sectores. Sobre la zona residencial (destinada al albergue de pobres transeúntes) apenas conservamos testimonios documentales. Sin embargo, algunas reseñas, como las del año 1725, aluden a la restauración de la enfermería. Posteriormente, en 1770, otra visita nos proporciona la noticia de que el hospital contaba con cuatro camas, número que deciden aumentar a seis.
Para el servicio religioso, de los enfermos y vecinos, el hospital contaba con una ermita donde recibían culto, en sus respectivos altares, desde el siglo XVII, los titulares de los tres hospitales refundidos: al centro, San Antonio Abad; a la derecha, Santa Brígida; y a la izquierda, San Blas obispo. Y además, la institución se obligaba, entre sus funciones, a organizar anualmente las procesiones de los mencionados santos en sus respectivas festividades. Es obvio que la capilla incluía una sacristía, la cual fue restaurada en 1721.

En el año 1725, el Visitador General del Arzobispado anotó que la ermita no estaba «con la decensia necesaria por la omisión de sus administradores y poco cuidado del hermitaño que la asiste». Ante tal situación, mandó adornar convenientemente la capilla para una más digna celebración de los oficios divinos. Acto seguido, ordenó -como decíamos líneas atrás- adecentar y solar la enfermería de los pobres. Y concluyó sus mandatos, recomendando al administrador o mayordomo, para el buen estado de conservación del edificio, que si el casero no cumplía con su obligación lo «despida y admita la persona que fuere de su mejor satisfacción».

Las medidas dictadas produjeron los apetecidos resultados, ya que a partir de aquella fecha, las visitas canónicas no registran anomalías en el gobierno y funcionamiento del centro religioso-hospitalario que nos ocupa. Esta situación fue bruscamente interrumpida por el luctuoso terremoto del 1 de noviembre de 1755. Por medio del informe parroquial, fechado en Trigueros el día 25 del citado mes y año, conocemos los graves daños materiales y víctimas producidas por el violento seísmo. En tan pormenorizado escrito se hace constar que «Todas las ermitas, y hasta quinientas casas de esta población, unas del todo arruinadas en tierra, otras amenazando próxima ruina, se dieron por inhabitables por los Maestros Alarifes con la justicia real de esta villa hasta su reedificación». No obstante, hemos de hacer notar que los daños producidos, en tal ocasión, en la antigua fabrica debieron ser subsanadas de inmediato, puesto que en 1760 aparece de nuevo el hospital del Señor San Antonio Abad prestando su habitual servicio a la comunidad.

Tales prestaciones médico-sanitarias cesaron en el segundo cuarto del siglo XIX. Con la revolución liberal muchas actividades sociales fueron secularizadas. Entre ellas la sanidad. Desde entonces, el poder civil se encarga de su impartición y control. Ello, como es de suponer, determinó la supresión de esta institución benéfica en Trigueros. Sin embargo, la función religiosa continuó desarrollándose en la antigua capilla aneja al hospital, gracias al enorme fervor popular que la imagen de San Antonio Abad, patrón de la villa, despierta en el vecindario.

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